Wilier nació en 1906
gracias a la brillante idea de un comerciante de Bassano, Pietro Dal Molin, de
construir bicicletas por su propia cuenta. Su herrería de "caballos de
acero" nació como un pequeño taller a lo largo de las orillas del río Brenta,
en Bassano del Grappa, y alcanzó éxito manteniendo el ritmo de la creciente
demanda de bicicletas. En la posguerra, Mario, uno de los hijos de Dal Molin,
ganó el liderazgo de Wilier y comenzó un perfeccionamiento constante de las
bicicletas a través las técnicas del cromado y del niquelado. Bajo su
dirección, la producción aumentó considerablemente y la empresa, que venía
indemne a través de la Segunda Guerra Mundial, después del armisticio, comenzó
de nuevo su actividad. Esos fueron los años de la Reconstrucción, cuando la
bicicleta era el medio de transporte más importante y el ciclismo, junto con el
fútbol, se convirtió en el deporte más popular. Por eso, Dal Molin decidió de
crear un equipo profesional capitaneado por el triestino Giordano Cottur, bien
conocido por haber superado Gino Bartali en la vuelta para aficionados de
Bassano-Monte Grappa. En el mismo período, de acuerdo con el sentimiento común
de inquietud por la suerte de Trieste, Dal Molin decidió asociar el nombre de
esta ciudad del Friuli-Venecia Julia al de su propia empresa. Así nació, en el
otoño del 1945, la Wilier Triestina caracterizada por el rojo-cobre de sus
bicicletas, que más tarde se convirtió en la característica distintiva de la
marca. El año siguiente el equipo participa al primer Giro de Italia de la
posguerra, introduciéndose en el duelo entre dos grandes campeones, Coppi y
Bartali, logrando éxitos importantes en varias etapas. Después de todas esas
victorias deportivas, Wilier se volvió a una de las marcas italianas más
famosas: el gran auge industrial ha supuesto una ampliación, tanto de la planta
y del personal, para satisfacer la creciente demanda de bici.
La producción llega
a doscientas bicicletas por día y ocupa los servicios de 300 empleados.
Basándose en el éxito y el prestigio obtenido, en 1947 la Wilier lleva una
joven promesa: Fiorenzo Magni, que, en lugar de sentirse intimidado por el
duelo Coppi-Bartali, encuentra la manera de convertirse en el tercer gran
protagonista del ciclismo italiano ganando el Giro de Italia en 1948. En el
mismo año Wilier extendió su intensa actividad también en América del Sur,
donde un pequeño equipo de profesionales locales logró decenas de victorias. En
las siguientes temporadas el equipo, confirmado nuevamente por su excelente
desempeño, ganó varias carreras nacionales y en 1949 y 1950 venció el Tour de
Flandes y el Tour de France. Desafortunadamente, después de la primera fase de
reconstrucción nacional, a principios de los años 50 llegó la época del milagro
económico: la gente deja la bicicleta para descubrir scooters y motocicletas.
Los fabricantes de bicicletas sufrieron los daños del progreso y, en 1952,
también la Wilier Triestina se vio obligada a cerrar sus puertas y abandonar la
actividad agonística. Hoy, la gloriosa historia de esta empresa y de su
\"joya de cobre\" vive de nuevo gracias a los hermanos Gastaldello de
Rossano Veneto, que compraron la Wilier Triestina en 1969, orgullosos de poder
restablecer una de las más famosas marcas de bicicletas italianas y
proporcionando sus bicicletas a docenas de equipos profesionales y diletantes,
tanto italianos como extranjeros.
Mission
Los que poseen un
Wilier Triestina saben que no eligieron una cualquier bicicleta. Saben que el
símbolo de la alabarda es parte de la historia del ciclismo, una historia de
más de un siglo. Wilier Triestina fue fundada en 1906. No nos falta
experiencia. Nunca hemos dejado de combinar los más avanzados conocimientos
técnicos con el ingenio y la originalidad de lo que nos caracteriza. Porque no
nos limitamos a construir bicicletas, las creamos. El desarrollo de un nuevo modelo
inicia con un simple diseño en un trozo de papel y se concretiza, después de
innumerables pruebas, con la adopción de los materiales más avanzados y las
innovaciones más actuales. El estilo de Wilier Triestina es el equilibrio
perfecto entre la tradición y la innovación. Pero también es sinónimo de
seguridad y fiabilidad al más alto nivel. Las victorias de los atletas
profesionales son la prueba.
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